Test: ¿Sabe por qué su hijo no come?
Cada vez que el reloj marca las 7:00 a.m., las 12 del día o las 6 de la tarde, hay hogares que viven una especie de batalla… es la lucha diaria de los padres para que sus hijos se coman toda la comida que se les sirve.
Si usted es protagonista de esta historia, no se sienta mal, pues este fenómeno (muy normal) afecta a la mayoría de familias. Claro que es muy frustrante que su hijo se niegue a comer todo lo que le sirve en el plato, y por eso es importante que usted se informe primero sobre las posibles causas y luego pueda actuar en ese sentido.
El siguiente quiz mide tres posibles variables por las que su hijo deja parte de los alimentos en el plato. Las respuestas le podrían aportar importantes claves para dar punto final a esta situación.
1. Mi hijo llora cada vez que lo llamo a comer.
a. Sí
b. No
c. A veces
2. Él come, siempre y cuando sea en sus horarios y sus espacios.
a. Sí
b. No
c. A veces
3. Hay comidas con las que no protesta.
a. Sí
b. No
c. A veces
4. Se aburre mientras come y además lo hace muy lento.
a. Sí
b. No
c. A veces
5. ¿Usted le sirve todos los grupos de alimentos?
a. Sí
b. No
c. A veces
6. Si todos comemos comida pedida a domicilio, él la come sin problemas.
a. Sí
b. No
c. A veces
7. El problema es con las verduras y las frutas.
a. Sí
b. No
c. A veces
8. ¿Usted tiene que obligarlo a comer?
a. Sí
b. No
c. A veces
9. ¿Le sirve la misma cantidad de comida que hace algunos años?
a. Sí
b. No
c. A veces
10. ¿Alguna vez ha castigado a su hijo a través de la comida?
a. Sí
b. No
c. A veces
Y LAS RESPUESTAS SON…
La nutricionista dominicana Raquel Tejada explica que las tres variables que se miden con este cuestionario son: la comida, la ambientación y las porciones que se sirven.
Si su respuesta fue afirmativa en las preguntas 3 y 7, es porque los alimentos que su hijo está ingiriendo no son de su agrado y es hora de implementar cambios.
En este caso, el mercado editorial e internet son una excelente fuente de ideas para que, junto con su imaginación y creatividad, comience a preparar en casa menús diferentes que “disfracen” los ingredientes que a su hijo no le gustan tanto. ¡Nunca falla armar un plato de carita feliz con nariz de zanahoria y boca de tomate!
En el caso de que los “sí” estén en las respuestas 4 y 9 es porque un especialista debería determinar si la cantidad de comida que usted le da a su hijo es la correcta. Es hora de consultar al nutricionista, quien basado en datos específicos sobre la edad, estatura, contextura y actividades del niño, le dará un plan ideal.
Finalmente, si su respuesta fue afirmativa en las preguntas 1, 2, 5, 6, 8 y 10, es indicador que deberá tomar acciones inmediatas para que la hora de comer se asocie a aspectos positivos y agradables. Por ejemplo; nada de amenazas ni castigos ni premios que tengan que ver con comida, y prohibidos totalmente los sermones y los regaños en la mesa, así como recordar que el mismo menú que come toda la familia se le debe servir a los niños que ya están en la edad de “comer de todo”.
¿POR QUÉ LOS NIÑOS COMEN MENOS?
Ellos comen en relación a su tamaño, quizá con más frecuencia y tamaño que los adultos. Los niños están en crecimiento y desarrollo de sus órganos, por eso sienten más hambre y la sacian con el alimento que demandan con cierta regularidad. Pero llega un momento en que no siempre es así.
Algunos niños dejan de comer a los 9 meses y otros hasta el año y medio o los 2 años. Durante el segundo año, en cambio, el crecimiento es mucho más lento: unos 9 cm de alto y un par de kilos. Según cálculos de los expertos, los niños de año y medio comen un poco más que los de 9 meses; y los padres que no están informados de este hecho piensan que si con un año de edad su bebé come tanto, con dos comerá el doble. El resultado es un conflicto inevitable entre los padres y el niño.
La doctora Tejada explica que “la cantidad de alimento que cada persona necesita es muy variable; por eso algunos niños comen mucho más o mucho menos que sus compañeros de la misma edad y tamaño”. La experta asegura que la palabra clave en este proceso es “balance”, pues eso permitirá que se pueda alimentar al niño con todos los grupos alimenticios, sin caer en abusos de uno u otro. “Si combinamos la alimentación balanceada con actividad física regular (30 minutos al día, cinco veces a la semana), se logra un resultado exitoso”.
A continuación una serie de tips para alcanzar el éxito en la alimentación de sus hijos y hacer de la hora de comer la de mayor provecho en el día.
- Fomente un ambiente agradable. Evite a toda costa que la comida esté condicionada al castigo y al premio.
- Cambie en el niño su percepción de la cantidad de comida. Sírvale la comida que realmente necesita (el pediatra o el nutricionista le dirá cuánta en función de su edad) en un plato grande. Así percibirá que hay poca cantidad de comida en su plato.
- Fomente su autonomía. Permítale que le ayude en la preparación de la comida -déjele, por supuesto, las tareas más fáciles y seguras- (ver recuadro), a poner platos y servilletas en la mesa o deje que él mismo se sirva.
- Propicie la alimentación equilibrada. El éxito radica en que el niño pruebe una variada cantidad de alimentos saludables, para ir acostumbrando su paladar a distintos sabores.
- Evite la complacencia. La hora de la comida tiene un lugar, un tiempo y un fin claro y necesario. No le permita comer en un lugar diferente al comedor ni frente al televisor.
- Ofrézcale solo lo que necesita. No pretenda que su hijo consuma la misma cantidad de alimento que los adultos de la familia.
- Asegúrese de que su hijo se mueva más y esté sentado menos. Lo esencial es realizar actividad física de forma regular y mantener una alimentación balanceada.
LOS BENEFICIOS DE QUE ELLOS COCINEN
Los niños que ayudan a preparar sus propias comidas comen significativamente más verduras que los que no están involucrados en la cocina. Es el resultado de un estudio que el año pasado realizó el Centro de Investigación de Nestlé en Suiza, para el Journal Appetite.
"Encontramos que los niños que cocinan junto a sus padres comen toda la porción que les sirven, y una cantidad significativamente mayor de verduras”, asegura la nutricionista Klazine Van Der Horst, quien dirigió el equipo de científicos. Esto podría tener su explicación en el hecho de que pudieron elegir libremente los diferentes vegetales que se incluirían en las ensaladas.
También hubo una correlación entre el tiempo dedicado a la preparación de la comida y el dedicado a comerla, así como el nivel de disfrute. Esto sugiere que los niños que pasan tiempo en la cocina también pasarán más tiempo en la mesa y disfrutarán de la experiencia de comer mucho más.
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