22/5/17

¿De dónde viene el miedo a ser enterrado vivo? [22-5-17]


¿De dónde viene el miedo a ser enterrado vivo?

Como otros miedos irracionales y atávicos, este tiene su razón de ser: antes ocurría a menudo, nos explica el psicoterapeuta Luis Muiño.

La psicología humana se afinó hace miles de años, cuando tenía sentido inquietarse ante el riesgo de que algo nos atacase mientras hacíamos nuestras necesidades o un depredador acechara en el bosque. Son miedos atávicos que heredamos de nuestros ancestros y que la evolución no ha podido borrar.  Uno de los más espeluznantes es el temor a ser enterrado sin estar muerto, lo que se denomina técnicamente tapefobia. Y como otras aprensiones irracionales, antaño tuvo su razón de ser porque, efectivamente, pasaba.

En las últimas décadas del siglo XVIII y las primeras del XIX, por ejemplo, se redactaban largos testamentos con instrucciones para impedirlo; había quien pedía ser decapitado antes de que le echaran paladas de tierra encima. Los ataúdes con sofisticados métodos para avisar en caso de que se produjera un fatal malentendido hicieron furor.

Pero con los avances de la medicina moderna, ese miedo dejó de tener sentido. Aun así, el cantante Manolo Escobar insistió hace poco a sus allegados de que comprobasen su muerte antes de llevarlo al cementerio, según contó su hija. ¿Por qué sigue estando tan presente en el imaginario colectivo? La razón principal es la difusión de leyendas urbanas sobre el asunto.

Jan Harold Brunvand, profesor emérito de la Universidad de Utah, recuerda que la trasmisión de miedos se produce en gran parte a partir de supuestos sucesos que pocos han presenciado. Este tipo de rumores presentan dos características: se refieren a circunstancias que tocan nuestra fibra sensible y tienen zonas oscuras. En efecto, casi nadie sabe lo suficiente de medicina como para desmentirlos taxativamente. Además, los bulos deben poseer morbo, aspectos llamativos que estimulen nuestra mente.

Los temas que nos fascinan están relacionados con fenómenos a medio camino entre dos etiquetas que se suponen incompatibles, como lo vivo y lo muerto, la verdad y la mentira. No es de extrañar que la posibilidad de ser enterrado vivo haya dado lugar a tantas ficciones: desde relatos como El entierro prematuro (1844), de Edgar Allan Poe, hasta películas como Buried (2010). Pero el murmullo se irá apagando a medida que podamos reírnos de él.
 

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