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Agorafobia [1-5-17]

Agorafobia

Agorafobia tiene su origen etimológico en el griego antiguo ἀγορά (“plaza“) y φοβέω, “temer“,  literalmente significa miedo a los espacios abiertos.

La agorafobia es un miedo elevado y aparentemente irracional, que se mantiene en el tiempo y se dirige a lugares públicos o espacios abiertos, en especial aquellos de donde no se puede escapar o en los que recibir ayuda no sea inmediato ni accesible. Desarrollan por tanto una evitación casi permanente de las situaciones que tengan relación con espacios abiertos. Si existe algún acompañante, podrían exponerse a estas situaciones, que solos no confrontarían.

Las personas con agorafobia leve suelen vivir vidas normales, únicamente evitan situaciones que provocan ansiedad pero en los casos más graves, los afectados pueden verse aislados en su domicilio e incluso llegando a la incapacidad.

La agorafobia es una fobia muy compleja que suele ir acompañada de crisis de ansiedad o ataques de pánico, aunque no siempre, por lo general se manifiesta como un conjunto de condiciones interrelacionadas que han de ser evaluadas y estudiadas a profundidad de cara al tratamiento psicológico. Afecta a entre el 1,5% y el 3,5% de la población general.

Más específicamente, los criterios de diagnóstico en el DSM-5 requiere que un individuo experimente un intenso miedo en respuesta a, o al anticipar al menos 2 de las 4 situaciones siguientes:

El uso del transporte público, tales como automóviles, autobuses, trenes, barcos, o aviones.
Estar en espacios abiertos, tales como estacionamientos, plazas, puentes o
Estar en espacios cerrados, como tiendas, teatros, o cine
Que se coloca en línea o estar en una multitud

Los síntomas de la agorafobia incluyen: tener miedo de pasar tiempo a solas, tener miedo de los lugares en las que escaparse puede ser difícil, tener miedo de perder el control en un lugar público, dependencia de los demás, sentirse separado o separada de los demás, sensación de que el medio ambiente no es real, tener un temperamento o agitación inusual, alojarse en la casa durante largos períodos de tiempo. Los síntomas físiológicos incluyen: dolor en el pecho o malestar, ahogo, mareos o desmayos, náusea u otro malestar estomacal, falta de aliento, sudoración, temblor.

La agorafobia, con o sin trastorno de pánico, es especialmente difícil por la conjunción de factores en el desarrollo del trastorno, y también por las características de aislamiento de la vida cotidiana, de la gente y del exterior. Desarrollan relaciones sociales muy adaptadas a sus limitaciones que no son exactamente la normalidad; generalmente existen personas muy cercanas que modifican sus vidas para facilitar un encuentro con ellos. Pueden tener muy buenas relaciones sociales pero generalmente es con escaso número de personas por las limitaciones que presentan.

El tratamiento de la agorafobia es largo, pero la constancia y la voluntad de cambiar facilitan cualquier proceso terapéutico, donde es imprescindible situar el origen del problema, asociarlo a situaciones que pudieran haber sido traumáticas. Estudio de los miedos  y otras implicaciones más generales que puedan tener, y características de personalidad que puedan cronificar el trastorno.

Estas categorías para organizar la información son de carácter meramente descriptivo y ayudan a la comunicación, pero pueden actuar como etiquetas. No tengo ninguna duda respecto a que las personas actuamos y desarrollamos sintomatología porque tenemos una razón para ello, por lo tanto, mi forma de trabajo considerará siempre las particularidades de la historia de vida de cada individuo, familia o pareja, con el objetivo de comprender qué sentido tienen, y sólo desde ahí poder resolver.
 

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